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Interpretaciones flamencas

La autora


Me llamo María Fernández-Palacios y soy intérprete de conferencias, traductora y emprendedora. Si deseas contactar conmigo puedes hacerlo a través de la sección de Contacto

bienal-flamenco-sevilla2014-300x336Arranca la Bienal de Flamenco y con ella calentamos motores en este inicio de curso que se presenta bastante movidito.

Y es que, como buena sevillana, bien me gustaría poder cambiar el cuaderno y el bolígrafo por una peineta y una copa de manzanilla pero, como hay que volver con energía y motivación, qué mejor manera de volver de vacaciones que con unas semanitas cargadas de entrevistas, carreras y mucho espectáculo.

Aunque la ocasión invitaría a usar una vestimenta algo más folclórica, más nos vale dejar la moda de lado y cambiar los tacones por unos zapatos algo más prácticos que nos ayuden a aguantar las idas y venidas de estos días y las horas de más de pie, que a veces con tanta fiesta y tanto jaleo una se olvida de que los demás no están «de servicio» y, en la mayor parte de los casos, solo van a disfrutar.

Para alguien que viene del Sur el flamenco siempre ha estado presente en forma de fiesta popular, por lo que las dimensiones del concepto «espectáculo», sobre todo si va unido a «artista internacional», a veces me vienen largas, sobre todo cuando veo los empujones de unos y otros para poder hablar un rato con fulanito o menganito, a quien no ven desde aquella gira por Corea del Sur. Ni que decir tiene que el que se pudiera negociar con el flamenco quedaba lejos de mi conocimiento, por lo que, cuando me he visto en medio de la burocracia que genera el exportar tanto de nuestro talento, con las consecuentes entrevistas, negociaciones y cierres de acuerdos, me he dado cuenta de que estoy a años luz del mundo de los artistas.

Los ponentes vienen con las agendas repletas y basta que alguien se alargue un poco en el turno de preguntas para que no de tiempo a llegar al siguiente evento. Miedo me da imaginar lo que puedan sentir los intérpretes de los súper famosos teniendo que lidiar con la horda de fans, periodistas, críticos y demás peregrinos que siguen a su «interpretado» en procesión donde quiera que vaya. En el caso del flamenco, se ve que tiene entusiastas en países como China o Japón, países de los que, desde hace algunas semanas, no paran de llegar fotógrafos, críticos de prensa, bailaores en potencia y, muy especialmente, admiradores. Por eso, un relevo a tiempo con el compañero alivia tanto a las neuronas como una buena noche de descanso.

En estos casos no solo basta una buena coordinación para que todo vaya sobre ruedas, un poquito de salero también es imprescindible y, si puede ser, que venga acompañado de una buena agudeza mental para poder terminar la interpretación antes de que algún espontáneo, invadido por la pasión, se arranque a cantar por bulerías poniéndote en el aprieto de tener que hacer lo propio en la lengua de llegada.

Si es que al final una buena fiesta pone a todo el mundo de buen humor y aunque la nuestra sea una profesión de lo más seria y rigurosa siempre podemos dejarnos encantar un poquito por el «duende». Para que luego los haya que digan que lo nuestro no es un arte.


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